(Por Paz Vaello Olave. Eldiario.es, Madrid, lunes 16 de
diciembre de 2013)- Van a clase y hasta se presentan a los exámenes, pero no
figuran en el listado de alumnos porque no están al día con los pagos de la
matrícula. Muchos profesores les guardan la nota hasta que puedan regularizar
su situación, así no pierden el año. Las universidades calculan que más de
30.000 estudiantes no han podido hacer frente a las tasas, y varios miles
tendrán que devolver las becas al no haber aprobado el porcentaje de
asignaturas que exige el ministerio.
Gonzalo Helbert empezó
durante este curso tercero de Historia en la Universidad Complutense de Madrid,
pese a que sabía que su nombre no aparecería en las actas. Acumulaba un retraso
de la matrícula del año pasado que no podía pagar. Su padre, fotógrafo, no
tiene trabajo. Es su madre, periodista y con un "sueldo medio", la
que debe afrontar todos los gastos familiares, incluida la hipoteca.
"Empecé a ir de
oyente a las clases y hablé con los profesores para que me dejaran examinarme y
me guardaran las notas hasta que regularizara mi situación". Alguno le
puso pegas, sobre todo a la hora de realizar las prácticas, obligatorias
-cuenta Gonzalo-, por si después de contar con él en la planificación de los
trabajos grupales y el correspondiente seguimiento individual, cuando por fin
pudiera abonar lo que debía, le tocaba otro profesor. "Por lo general, los
profesores entienden estas situaciones y te ayudan. La mayoría me dio todas las
facilidades para que no perdiera el año".
Finalmente, aunque
tarde, Gonzalo pudo saldar su deuda y matricularse: "He buscado trabajo,
pero no he encontrado, así que mi madre ha tenido que hacer un gran esfuerzo,
tirando incluso de familiares, para que pudiera seguir con la carrera, al menos
por ahora".
Situaciones
límite
Cuando se anunciaron
las tasas de las universidades públicas españolas para el curso 2013/2014,
tanto rectores como asociaciones de estudiantes alertaron de que el aumento de
los precios, que en el caso de Madrid y Cataluña ha llegado a un 66% entre los
dos últimos años (el máximo autorizado por el Ministerio de Educación), unido a
las trabas cada vez mayores para acceder a las becas (del 5,5 anterior ahora se
pide un 6,5 de nota media), iba a acarrear problemas para muchos estudiantes.
Ni unos ni otros se equivocaron.
"En estos últimos
años se da una nueva casuística: hay estudiantes que de repente no pueden
afrontar un pago y se quedan fuera del sistema. A veces te enteras porque un
alumno desaparece de las listas y das el paso de hablar con él, y otras es el
alumno quien viene a verte. Yo hablo con ellos, les digo que se pongan en
contacto con el Vicerrectorado de Estudiantes para que se enteren de las ayudas
que hay. Mientras se soluciona la parte administrativa, yo los mantengo en
clase y, por supuesto, si han hecho algún examen, les guardo la nota hasta que
lo puedan arreglar", nos cuenta un profesor de la Universidad Miguel
Hernández, de Elche, Alicante, que prefiere no dar su nombre para no perjudicar
a los estudiantes que se encuentran en estos casos.
Estos alumnos fantasma
no son muchos, pero constituyen la cara más dramática de una situación general
de dificultad para asumir los costes actuales de los estudios universitarios.
Más
alumnos obligados a abandonar
Con la subida de más
del 60% en los grados en este centro, nos cuenta un profesor de Trabajo Social
de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), "se están generalizando
situaciones difíciles que antes eran excepcionales y que impiden realizar el
trabajo académico con normalidad. Las revisiones de exámenes se han convertido
en un melodrama, donde de lo único que se habla es de la situación económica de
los estudiantes".
Lo más habitual es que
los alumnos pidan que les suban la nota para no perder la beca o para no tener
que afrontar una segunda matrícula. Pero este profesor también se ha encontrado
con alumnos que desaparecen de las listas por no haber podido pagar a tiempo.
"Estas situaciones se abordan de distintas maneras, ninguna de ellas
satisfactoria: les ofreces mecanismos para subir las calificaciones, les
guardas la nota hasta que solucionen su situación... Yo antes les decía a los
alumnos de primero que suspendían y que se lo tomaban muy a pecho que no se
preocuparan, que era normal y formaba parte del proceso de aprendizaje. Ahora
harían bien en preocuparse". Y es que cada vez son más los que se ven
obligados a abandonar sus estudios.
"Me
he tenido que cambiar a Ingeniería Civil"
Así le pasó a Javier
Martín, de 19 años, que en su primer año en Ingeniería de Caminos en la
Universidad Politécnica de Madrid obtuvo una beca de 3.500 euros que, al no
haber superado el 50% de los créditos, debe devolver: "Aprobé tres
asignaturas de diez. Más o menos estoy en la media. Al ser una ingeniería, es
bastante complicado aprobar más el primer año".
Su hermano se fue a
trabajar al extranjero al acabar la carrera, pero aun así sus padres tienen
serias dificultades para financiar la carrera de Javier con los menos de 1.000
euros que ganan entre los dos y que destinan en parte a la hipoteca del piso. "El
año pasado la primera matrícula eran 1.600 euros. Este año ha subido a 2.000. Y
con las siete segundas matrículas habría tenido que desembolsar unos 3.000
euros por el curso completo. Como no puedo, me he tenido que cambiar a
Ingeniería Civil. Ahora empiezo a trabajar de cajero, y voy a pedir las becas
que han salido en la Politécnica para el año que viene, porque el Estado ya no
me da".
"Segunda,
tercera y cuarta matrícula: una ruina"
Javier es uno de los
cerca de 30.000 alumnos que en junio de este año constaban como morosos en las
universidades de toda España. "Con los 3.500 euros de la beca del curso
pasado estoy financiando más o menos el nuevo. Cuando tenga que devolverlos, ya
veré lo que hago".
Este abandono es,
precisamente, lo que pretende evitar el profesor de la Universidad Miguel
Hernández, en la que la matrícula ha subido en los últimos años en torno a un
35%: "Nosotros insistimos desde primero a los alumnos en que hagan todo lo
posible por no ir a segunda, tercera o cuarta matrícula, porque es la ruina y
les puede suponer el colapso. Cuando sucede, hay que evaluar cada caso, pero lo
que me preocupa es la gente que paga el primer plazo y a lo mejor en su casa no
entra dinero y no puede con el segundo y la sacan del sistema".
Reconoce que hay que
tratar cada caso de forma individualizada para evitar que esta disposición por
parte del profesor se convierta "en un coladero", pero afirma
categórico: "Todos los actores de este proceso tenemos que actuar, y a los
profesores nos toca intentar hacerlo fácil y no poner más trabas a la persona
que está en una situación muy delicada. Yo ayudo hasta donde puedo, y me consta
que más colegas lo hacen". Un apoyo que tiene recompensa: "Hemos
visto que así han podido seguir con su carrera y que, cuando han podido pagar,
han cogido carrerilla y han seguido estudiando".
Másteres
en vías de extinción
Carlos Fernández Liria
es profesor de Filosofía en la UCM y tuvo un alumno fantasma en un curso
anterior, un estudiante que quería hacer el máster de Estudios Avanzados de la
facultad y que no podía afrontar los casi 4.000 euros a los que había llegado
un programa que antes estaba en 1.700, lo que conlleva un aumento del 130%.
Para este docente de la
UCM, fue lógico ayudar a este alumno guardándole la nota hasta que pudo pagar
porque además, explica, "te obligan a hacer la matrícula completa, cuando
nadie puede sacar todos los créditos en primera matrícula, dado que hay 12 que
corresponden al trabajo de investigación y que necesariamente se sacan en la
segunda, ya que se hace al año siguiente; así que el máster se te pone en 5.000
euros".
A este elevado precio
se añade el hecho de que para dedicarse a la docencia, una de las salidas más
habituales de esta carrera, es requisito indispensable cursar el máster de
Formación del Profesorado, de la Facultad de Educación, que por su
obligatoriedad es mucho más barato, con lo cual el máster de Filosofía no
resulta muy atractivo para el alumno. "Estamos perdiendo estudiantes a
mansalva", sostiene Fernández Liria.
En su opinión, resulta
especialmente sangrante el hecho de que se haya argumentado que el Plan Bolonia
y los cambios en la universidad española estaban justificados por la
convergencia con Europa, cuando en países de nuestro entorno, como Alemania (en
la mayoría de los Länder) o Grecia, los estudios de grado en la universidad
pública son gratuitos, y en Francia no llegan a los 200 euros por curso o 250
en el caso de los másteres.
España, en cambio, se
encuentra entre los países del continente en los que resulta más caro estudiar
y, a la vez, de entre ellos, uno de los que menos ayudas concede a sus alumnos,
según el Observatorio del Sistema Universitario, razón por la que cada año más
jóvenes deciden continuar sus estudios fuera.
En definitiva, el
máster de Filosofía sobrevive gracias a alumnos latinoamericanos, para quienes
sigue teniendo mucho valor un título obtenido en Europa, y estudiantes chinos,
que no suelen dominar el idioma, lo cual dificulta mucho el desarrollo de las
clases. "En estas condiciones, el máster desaparecerá", sentencia
Fernández Liria. El profesor de Trabajo Social de la misma universidad coincide
con él: "Muchos másteres han visto reducirse los alumnos matriculados a la
cuarta parte de los que había hace apenas dos años".
Fondos
específicos y más plazos
Sólo en la comunidad
andaluza alrededor de 6.500 alumnos no pudieron pagar su matrícula el curso
pasado. Una cifra que asciende a 30.000 en el conjunto del país, lo que
representa casi un 2% de los universitarios españoles.
En este contexto,
muchas universidades españolas han habilitado dotaciones extraordinarias de
ayuda y han fraccionado el pago de la matrícula. Por ejemplo, la Universidad
Miguel Hernández, con poco más de 13.000 estudiantes, cuenta con 500.000 euros
para los alumnos con dificultades y permite abonar el curso hasta en cuatro
plazos.
La Universidad
Complutense, con cerca de 87.000, tiene un fondo de un millón de euros y ha
ampliado de tres a seis los plazos de matriculación. Esto hace que sea muy
difícil ahora mismo conocer los datos concretos de morosidad y abandono. Así,
en ambas universidades dicen no tener constancia de la existencia de estos
alumnos fantasma.
En todo caso, matizan
en la Complutense, se trata de algo que queda en el ámbito de la relación entre
profesores y alumnos. E insisten en que este año no se puede hablar de alumnos
morosos, ya que habrá que esperar hasta febrero, cuando se resolverán las
becas, y ver si estos estudiantes pueden solucionar su situación con el fondo
destinado a tal fin.
Gonzalo Helbert, que
además de estudiante de Historia es presidente de la Delegación Central de la
Complutense y uno de los impulsores del Colectivo de Estudiantes de Madrid
-"una especie de sindicato universitario y de enseñanzas medias"
creado hace mes y medio para defender la enseñanza pública-, recuerda que tanto
el fraccionamiento como el fondo de ayuda de la Complutense se pusieron en
marcha gracias a la presión estudiantil, tras un encierro de tres semanas en el
Rectorado a finales del curso pasado.
"Lo que sí se sabe
es que unos 700 alumnos van a tener que devolver la beca por no haber superado
el año pasado los créditos exigidos, que este curso han aumentado y son el 90%
en humanidades, el 80% en ciencias y un 65% en enseñanzas técnicas -asegura
Gonzalo-. Estamos hablando de la exclusión de la universidad, por cuestiones
económicas, de una gran parte de la sociedad".
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