La
reforma fue aprobada por el legislativo provincial hace unas semanas, y
autoriza a la policía a la requisa
personal, sin orden judicial, con la finalidad de hallar cosas probablemente
provenientes o constitutivas de un delito o de elementos que pudieran ser
utilizados para la comisión de un hecho delictivo. Todos son bien conscientes
de que el “nuevo instrumento legal”, como lo denominan eufemísticamente las
autoridades, supone el avasallamiento de derechos elementales, y habilita a la fuerza
de seguridad a actuar con metodologías propias de las dictaduras.
Encima
se trata de esa misma policía que está en la mira por casos de gatillo fácil,
por torturas y abusos, y que ahora tendría la posibilidad de plantar pruebas
con el respaldo de la ley y justificar su accionar represivo y autoritario en
supuestos delitos que el mismo cuerpo podría evaluar.
Una
norma así no irá en contra de los narcotraficantes, sino contra jóvenes,
vecinos, opositores y todos los sectores económica y políticamente más débiles;
estará para reforzar la represión y el disciplinamiento. “Mirá vos”, dice uno
de los primeros del sindicato docente en llegar, “si se puede permitir que la
cana cuenta con facilidades de este tipo en la tierra de Aníbal Verón”.
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