Luego del comunicado
del Rectorado, y de las distintas postergaciones del inicio del cuatrimestre
emitidas por autoridades, en estos últimos días el conjunto de docentes de la
UBA (Universidad de Buenos Aires) está recibiendo indicaciones, a través de los
coordinadores de cátedras, departamentos o secretarías académicas, para
comenzar el 12 de abril con un cuatrimestre virtual y para eso se están
confeccionando instructivos o kits para –nos dicen- garantizar el cuatrimestre.
En el contexto de
crisis que está atravesando todo el mundo, nuestra prioridad es la salud de
nuestro pueblo. No podemos tratar con normalidad situaciones anormales. Todo
está alterado y no podemos ser cómplices del «como si nada», cuando nos
presionan para «encender» la maquinaria de la virtualidad en reemplazo de la
presencialidad. Les docentes no estamos exceptuados de esta situación crítica,
nuestros estudiantes y nuestro entramado social tampoco.
Dejando de lado que la
educación a distancia es, desde hace mucho, un objetivo a alcanzar
extendidamente por parte de las reformas (contrarreformas) educativas
capitalistas encuadradas en el proceso de mercantilización de la educación,
porque ahorran presupuesto educativo (menos aulas, menos infraestructura, menos
docentes y no docentes), desorganizan al conjunto de docentes y estudiantes e
implican una profundización de la flexibilidad laboral de quienes la sostienen,
desde AGD UBA (Asociación Gremial Docente
de la Universidad de Buenos Aires) en primer lugar consideramos fundamental
establecer cuatro cuestiones de base.
1-Estamos en una
situación excepcional. Producto de la pandemia y la necesaria cuarentena, la
vida de lxs docentes y de lxs estudiantes se ha alterado drásticamente. No hay
experiencia reciente que reproduzca el hecho de millones de personas
enclaustradas para evitar un contagio masivo. Ignorando eso, buscan instalar
una normalización de lo que constituye una “anormalidad” que ha parado no sólo
un cuatrimestre, sino el funcionamiento de la sociedad mundial en todos sus
planos.
2-Las profundas
diferencias entre la educación virtual y la presencial. Reconocemos el lugar
que ciertas herramientas virtuales ocupan hoy en nuestros procesos educativos.
Pero entendemos que esto de ninguna manera puede reemplazar el sistema
presencial que articula en un trabajo conjunto todo el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Por el contrario, tal como se nos está imponiendo en
este momento, la educación a distancia es unidireccional dado que sólo es del
docente al estudiante, no permite interacción alguna y por lo tanto degrada el
proceso educativo.
3-Defendemos la
universidad estatal, pública y gratuita y que brinde iguales posibilidades a
quienes deciden formarse en ella. Luchamos para que los y las estudiantes
tengan garantizado todo aquello que se requiere para tener las mismas
oportunidades. El acceso al material (sea analógico o digital) tiene que estar
garantizado plena y democráticamente para todes.
4-Aunque de manera
desigual, la ausencia de preparación previa de plataformas adecuadas, de
contenidos que llevan larga elaboración, de alfabetización tecnológica del
docente, designación de tutorías, de sistemas de evaluación, como es el caso de
UBA XXI, es generalizada en toda la UBA.
Ninguna de las cuatro
condiciones está considerada o presente en la vertiginosa “conversión” del
comienzo del cuatrimestre a formato virtual masivo que están impulsando la
mayoría de las autoridades (decanatos y rectorado).
El
contexto
Los que buscan avanzar
con un inicio virtual del cuatrimeste «pase lo que pase» pretenden ignorar las
condiciones sociales de lxs estudiantes. De los que carecen de equipamiento (o
tienen que compartirlo entre todos los “aislados” del hogar) y muchos apenas
cuentan con un celular, de los que no tienen conectividad en sus hogares, de
los que comparten ahora su vida cotidiana con otras tantas personas, de quienes
no tendrán un docente -ni siquiera un tutor presencial- para orientarlos en el
proceso de aprendizaje, de los tantísimos que no cuentan con un espacio físico
mínimo para poder concentrarse en las tareas escolares o académicas.
Ignoran las condiciones
de vida de los docentes. De quienes tenemos distintos cargos, en distintas
unidades académicas (incluso en distintos niveles educativos, como el de la
educación superior). De quienes tampoco cuentan con infraestructura, de quienes
no pueden convertir una clase presencial en una virtual en una semana. De las y
los docentes que, además, enfrentamos esta pandemia y cuarentena con las
familias a nuestro cuidado. Ignoran también que hay docentes que han quedado
varados sin poder regresar a sus hogares al instalarse el aislamiento social
preventivo y obligatorio.
Pero sí saben que no
nos han capacitado para el sistema virtual y que tampoco podremos hacerlo de
acá a mitad de abril. Mientras, en pocos días y en el caso de varias unidades
académicas sin soporte virtual institucional que lo garantice, se improvisan
plataformas, cadenas de mails, grupos de whatsapp con instructivos
(“bombardeando” en algunas cátedras las 24 horas de un domingo), en algunas
facultades se solicita se seleccione sólo 3 o 4 docentes para una capacitación
“express” (¿y el resto de la cátedra?). El pretendido acceso a plataformas
virtuales desnuda otro problema grave: les docentes sin designación -el último
eslabón de la precarización- esos cientos de ayudantes que no solo trabajan sin
salario, sino que ni siquiera se les reconoce como docentes. En definitiva, no
se puede disimular lo indisimulable: no hay condiciones para sostener un
cuatrimestre en estas condiciones.
¿El
cuatrimestre?
Por otro lado, un
cuatrimestre no es solo volcar contenidos, ¿qué pasa con la evaluación? ningún
estudiante debe ser evaluado en estas condiciones. ¿Y la formación en
laboratorios, trabajos de campo, talleres, etcétera? Nada de eso se explica.
Lamentablemente esto se
repite en otros niveles educativos. Las redes sociales -precisamente ese mundo
digital al que ahora nos invitan como la salida a todos los problemas- estallan
con las declaraciones de padres que indican la imposibilidad no sólo de sus
hijos de llevar adelante las tareas sino de algo anterior: la imposibilidad de
poder conectarse con sus escuelas. Estallan las voces de los docentes que
exhiben las orientaciones, instructivos, sugerencias, etc., que emanan las
autoridades educativas de distintas jurisdicciones para revelar un dislate: no
saben qué decir, ni qué proponer. Por tanto, plantean a los docentes, a los
estudiantes, a las familias, que… hagan lo que puedan.
Las
herramientas digitales
La educación a
distancia y la virtual suponen, para ser hechas seriamente, que les docentes
tengamos una formación específica que no todes tenemos y que, de hecho, en
general las patronales universitarias no proveen. Tampoco se nos provee con la
infraestructura y las herramientas apropiadas. Creer que las clases
presenciales estándar, desarrolladas sobre la base material de la interacción
docente-estudiante y estudiante-estudiante y el dispositivo del pizarrón o
pizarra (que no es reemplazable por completo por un archivo digital) se
reemplazan por un conjunto de emails y el uso de una plataforma para subir
material bibliográfico y guías de estudio es desconocer el trabajo docente que
realizamos. Rechazamos la concepción instrumental o tecnocrática de la docencia
y del docente.
Rechazamos esta farsa
educativa. Como se dice para otras ocasiones igualmente graves: no, en nuestro
nombre.
Semejante propósito,
además, constituye motivo de discusión paritaria porque afecta condiciones
laborales, como pasa con cualquier trabajador al que le alteran sus
condiciones.
La
capacitación obligatoria sobre temáticas de género
En este contexto es que
rechazamos también que se intente llevar adelante un curso de formación en
temáticas de género de manera obligatoria. Nuestro sindicato es parte del
movimiento de mujeres y disidencias que lucha contra la violencia y la
discriminación sexista, apoyamos la Ley Micaela y no desconocemos los
cuantiosos ejemplos en que funcionaries de la UBA desoyen denuncias y reclamos
o intentan desviar cuando se trata de miembros de su propio sector. Sin
embargo, consideramos que esta capacitación, si pretende ser seria, debería
realizarse como capacitación en servicio y cuando realmente se normalice la
situación, respetando el Convenio Colectivo de Trabajo.
Nuestros
estudiantes
Invitamos a las y los
docentes a establecer contacto con sus estudiantes (en la medida de lo
posible), a acercarles programas, a compartir una serie de lecturas o guías,
orientar sobre la bibliografía. Entre otras razones, porque sostener ese
vínculo, en estas condiciones de aislamiento social, no sólo es saludable para
todes, sino también necesario para el vínculo de les estudiantes con nuestra
universidad.
No
a las presiones, pongamos en foco lo importante
Rechazamos la presión
que están sufriendo muchos de nuestros afiliados en esta situación para ser los
“responsables” de una normalidad que no existe por ningún lado.
Y llamamos a todos
nuestros compañeros a rechazar las imposiciones de quienes quieren llevarnos al
como si: como si nosotros diéramos clase, como si nuestres estudiantes
aprendieran, como si elles gestionaran un sistema educativo normalizado.
Llamamos por lo mismo a
todas las organizaciones estudiantiles a sumar su voz en esta dirección.
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