lunes, 6 de abril de 2020

La escuela, el coronavirus y la virtualidad


(Ademys -Asociación Docente de Enseñanza Media y Superior-, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, jueves 26 de marzo) Desde los primeros días de la suspensión de clases, maestrxs y profesorxs armamos actividades para enviar por mail, subir a páginas web o plataformas digitales.

Mientras, la Ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña se llenó la boca hablando de la importancia de sostener la educación, incluso bajo estas circunstancias, y de cómo utilizando las computadoras que da el gobierno se podía suplir en cierta medida el tiempo de clase que se iba a perder debido a la cuarentena.

Si bien entendemos que en este momento no tenemos otras formas de comunicarnos con nuestrxs alumnxs, nos parece importante compartir algunas ideas:

–Los enfoques de los diseños curriculares vigentes se basan en la construcción colectiva del conocimiento. Las investigaciones pedagógicas han demostrado que se aprende en interacción con otrxs: con compañerxs y docentes con quienes se confrontan estrategias, se comparten interpretaciones, se refutan hipótesis, también se forja un vínculo que genera confianza para hacer y equivocarse. Este no es un tema menor en una Ciudad en la que se pretende avanzar con la virtualidad más allá de esta pandemia: tanto los proyectos Secundaria 2030 como UniCABA (para formación docente) pretenden quitar tiempo presencial para ocuparlo con materias virtuales. Así, se dejan de lado años de avances y progresos en materia pedagógica. Un tutorial no reemplaza un docente. Un aula virtual no reemplaza el intercambio con otrxs para construir conocimiento de manera conjunta.

-La imposibilidad de la interacción deja en particular desventaja a muchxs estudiantes que necesitan un acompañamiento más individualizado y a quienes no cuentan en su casa con un adultx que pueda ayudarlxs con la tarea. Justamente en un contexto que golpea emocional y psicológicamente a todas las familias, la soledad para afrontar las actividades a distancia puede significar una carga sumamente pesada para lxs niñxs.

–No todxs lxs alumnxs tienen una computadora en su casa. En el caso de las escuelas primaria, por ejemplo, lxs chicxs de 1ro a 3er grado tienen tablets que quedan en la escuela y a lxs alumnxs de 4to aún no les han entregado las netbooks. Es decir que menos de la mitad de lxs alumnxs de la escuela tienen una netbook entregada por el Gobierno y, en muchos casos, éstas no están en condiciones.

–Muchxs de nuestrxs alumnxs no tienen conectividad en sus hogares. De esta manera, el intercambio con lxs docentes no resulta posible.

–Tampoco todxs lxs docentes contamos con las condiciones adecuadas en nuestras casas, ya sea por falta de un equipo en condiciones, de conectividad o por situación familiar en este momento.

Finalmente, no sería esta la primera vez que una situación de excepcionalidad instala y legitima prácticas que luego permanecen más allá de tal circunstancia.

No permitamos que nos impongan una modalidad que profundiza la desigualdad y que sabemos que puede complementar el proceso de enseñanza aprendizaje pero de ninguna manera reemplazarlo.



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