En medio de la pandemia
se dio a conocer el último informe del INDEC que es demoledor: el país terminó
en el 2019 con el 35,5% de pobreza.
Esta proyección da unos
16.000.000 de pobres. A pesar de que las familias de 4 millones de chicos
cobran la AUH (Asignación Universal por Hijo), el informe muestra que entre les
niñes menores de 14 años la pobreza aumentó del 46,8% al 52,3%.
El panorama actual
indica que esta proyección se agravará en este año por el efecto catastrófico
de la crisis del coronavirus aún en curso.
Las
denuncias
El esquema de entrega
de alimentos que inició el 1ero de abril en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
(CABA) tiene este trasfondo de miseria social creciente inocultable, que señala
a todo el régimen que condena a la infancia a la indigencia y a la pobreza
extrema.
En el primer día de
entrega de alimentos que finalmente dispuso el gobierno, tal como se venía
reclamando desde las cooperadoras, sindicatos y comunidades educativas fue un
día de denuncias constantes.
Es que el servicio de
alimentación de CABA, a cargo de concesionarias denunciadas por
irregularidades, comida en mal estado y restringida para aquellos que hayan
tramitado la beca de forma “on line” colapsó en varios puntos de la ciudad.
5 saquitos de té, 5 de
mate cocido y 10 barritas de cereal o galletitas como desayuno o merienda para
15 días en los casos de escuelas de jornada simple, o dos cajas de leche, un
paquete de arroz, uno de fideos y uno de lentejas, y una lata de atún para las
escuelas de jornada completa.
Este bolsón debería
cubrir 10 o 15 días y esa es la principal denuncia indignante que recogimos de
varias escuelas; además, la canasta, que no es tal, carece de lo elemental para
que las familias cuyos hijxs se alimentaban todos los días en la escuela, es
decir se quedarían sin alimentos en medio de esta crisis.
En el distrito 11, se
detectaron canastas insuficientes para la matrícula real de la escuela.
Respecto al Distrito 19, recibimos denuncias similares. Lo mismos repite en
otros distritos.
En otras escuelas, hay
denuncias de que hubo faltantes de leche, que la fruta y la verdura que se
supone iba a componer la canasta llegaría más tarde u otro día, exponiendo al
personal docente y conducciones, además de las familias, a presentarse
nuevamente para retirar la segunda parte de la canasta.
La situación durante
este primer día de entrega, se caracterizó por largas filas desde temprano,
incluso bajo la lluvia. Los que cursan jornada simple, solo llevaron lo
correspondiente a un refrigerio: 4 barritas de cereal, 4 galletitas, 6 saquitos
de té, 5 manzanas, 1 litro de leche, un sobrecito de leche en polvo. Todo para
15 días.
Por último, pero no
menor, está la denuncia sobre la exposición sin recursos de prevención que ayer
realizaron las supervisiones de todos los distritos escolares de nivel primario
y que, eventualmente, se les reconozca como enfermedad laboral si se contagian
en las escuelas. Se vuelve a descargar la responsabilidad sobre la docencia y
los auxiliares, en lugar de volcar recursos que debería disponer el gobierno
para destinar mayor presupuesto para la alimentación y la entrega a cargo de
personal especializado en manipulación de alimentos con todos los elementos de
prevención. La nueva disposición expone innecesariamente a las docentes y
auxiliares, más allá de las que voluntariamente puedan colaborar, no debería
ser obligatoria y, sobre todo, sin reforzar con recursos económicos para esta
tarea.
Desde Ademys (Asociación
Docente de Enseñanza Media y Superior) reclamamos una
alimentación de calidad. Para ello se debe arbitrar las medidas para entregar
bolsones de alimentos debidamente balanceados (secos y frescos); de carácter
universal; el menú debería ser elaborado por los sindicatos, centros de
estudiantes, cooperadoras que puedan controlar; a las concesionarias que no
cumplan debería rescindirse el contrato y que la entrega pase a manos del
Estado bajo comisiones de control de la comunidad educativa.
Mientras la crisis está
en pleno desarrollo, los sectores que asisten a los comedores escolares y
populares van a ser los más afectados. Los precios de los alimentos están
aumentando día a día y ya se cuentan 11 millones de trabajadores desocupados,
muchos de los cuales se anotaron para el subsidio de indigencia de 10.000 pesos.
La cuarentena vino a agravar la pobreza y la crisis económica que ya estaban
presentes.
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