(Por Constanza Bonsignore. Página 12, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, martes 6 de agosto de 2019)- “El Estado te hace sentir que la beca es un regalo y no una inversión”, dice Irupé, estudiante de Sociología y becaria del Programa de Respaldo para Estudiantes Argentinos (Progresar), el programa de apoyo económico para jóvenes de hogares con bajos ingresos. Desde la llegada del macrismo a la Casa Rosada, el programa fue desfinanciado, las becas perdieron poder de compra -los montos no se actualizan desde febrero de 2018- y se redujo la cantidad de beneficiarios. Veamos los testimonios de alumnos universitarios que utilizan la beca para poder afrontar los costos de cursada. Irupé, Lucía, Vera y Ayelén compartieron sus experiencias y todas coinciden en lo mismo: cada día alcanza para menos y, sobre todo, se les dificulta hacerles frente a los gastos en apuntes y transportes. Además, advierten que el acceso a la beca se ha vuelto restrictivo.
Irupé tiene 19 años. Es de Entre Ríos y el año pasado vino a Buenos Aires a estudiar Sociología en la UBA. En aquel momento solicitó la beca para poder estudiar. Empezó el Ciclo Básico Común cobrando 1230 pesos de beca, que se le venció en diciembre. Este año en marzo se tuvo que volver a inscribir y recién en junio le asignaron nuevamente la beca. “Estos 4 meses sin la beca los resufrí, me la pasé llamando al ministerio pidiendo una explicación. Estaba desesperada porque yo de la beca dependo en un cien por ciento”, dice Irupé.
En la misma situación estuvo Lucía, de 20 años, que estudia el Profesorado de Educación Inicial en el Instituto de Enseñanza Superior Juan B. Justo. Ella cuenta que recién en junio le asignaron la beca, pero desde el Ministerio de Educación no le avisaron nada. “Me enteré de casualidad a través de la página de las becas dos meses después. En mayo entré y ya me la habían aprobado, hay dos cuotas que no fui a cobrar y nunca me las devolvieron.” Por los aumentos que hubo en este último tiempo, la beca le alcanza para cada vez menos, no llega a cubrir la totalidad de los gastos de la cursada. “Antes la beca me duraba una semana y media, pero hoy me dura menos de una semana porque se me va en apuntes y Sube”, señala.
La última convocatoria para el Progresar fue oficializada en febrero de este año. Los montos de las becas no fueron actualizados, los valores son los mismos que se registran desde febrero de 2018, pese a una inflación que superó el 50 por ciento. El piso de la beca se mantiene en 1250 pesos y el tope superior en 4900 pesos para aquellos que estén por finalizar carreras universitarias consideradas “estratégicas”. Además se limitó el período de inscripción a un mes, entre el 1 y el 31 de marzo.
Al congelamiento del monto de la beca, este año se sumó la demora en la asignación y los rechazos injustificados de aspirantes a cobrarla, al respecto las federaciones estudiantiles denunciaron que más de mil alumnos fueron excluidos.
Las estudiantes cuentan que la beca no les alcanza para cubrir la totalidad de los gastos que implica la cursada y terminan comprando menos apuntes o tomando menos colectivos. “A veces cuando no me alcanza trato de leer los textos por la computadora o le pido prestado a algún compañero”, dice Ayelén, de 21 años, estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Otro de los aspectos que destacan las estudiantes es la falta de información y claridad que hay al momento de inscribirse para acceder a la beca. “Es inaccesible el tramiterío previo a solicitar la beca porque tenás que esperar un montón de tiempo y entrar la página constantemente”, cuenta Vera, 22 años, de Tandil. “Te ponen muchas trabas. Dependes del azar y la suerte. En definitiva te toca o no te toca”, indica Lucía.
Vera estudia la carrera de Nutrición en la UBA. En 2016 obtuvo la beca durante unos meses, pero luego se la quitaron sin darle ninguna explicación. “La beca la habré cobrado durante 5 meses. Un mes fui a retirar la plata y ya no era más beneficiaria. No me dieron ninguna respuesta”, dice. En 2017 la volvió a solicitar y la rechazaron, aunque cumplía con todas las condiciones. “No me la dieron porque decían que no cumplía con los requisitos. Decían que mi papá cobraba más de lo que cobraba y no era verdad”, asegura. Finalmente este año, en junio, se la asignaron luego de varios meses de espera y trámites. “Me inscribí en marzo y en julio me la rechazaron. Después volví a hacer una denuncia online, ya que no hay un lugar físico. Me la terminaron dando hace un mes.”
El Progresar fue puesto en marcha por el gobierno anterior para jóvenes de 18 a 24 años, de familias con bajos ingresos, y que estudiaran en cualquier nivel educativo. El requisito solo era ser estudiante y “alumno regular”. Desde 2016, y en paralelo al desfinanciamiento, se endurecieron los requisitos de acceso. El año pasado, el Gobierno relanzó el programa y aprobó el último aumento del valor de la beca, dejando a su poder adquisitivo por debajo del que tenía en 2015.
Además, aquel decreto recortó el pago de las becas de 12 a 10 cuotas por año y elevó los requisitos de acceso. El plan de becas exige ahora aprobar el 50 por ciento de las materias previstas para el año que esté cursando el alumno. Antes, el único requisito era ser estudiante regular, que en general implica aprobar dos materias anuales en el caso del nivel universitario. Así, el Progresar dejó de ser una iniciativa para sostener un derecho, al equiparar el acceso a la educación de los jóvenes, y pasó a ser un sistema de becas meritocrático, atado al rendimiento académico, desconociendo las desigualdades sociales de origen.
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