El
asunto, al parecer, empezó con
una sanción.
Ocurrió este
mes, y fue cuando el Departamento de Educación de
los Estados Unidos anunció una
multa de 30 millones de dólares
impuesta a la compañía
Corinthian Colleges por tergiversación de índices de colocación laboral.
Corinthian
Colleges, una compañía que
reúne a
una treintena de centros universitarios privados -es decir, con explícitos fines de lucro- por
diversos puntos del extenso país del
norte, decidió
cerrar sus puertas. Los bisnes
dejaron, de golpe y porrazo, de ser bisnes.
De
este modo los Corinthian Colleges decretaron la interrupción de la educación en curso de más de 16.000 estudiantes, en lo
que se considera el mayor cierre de centros de educación superior de la historia de
Estados Unidos.
Lee la
singular noticia, en particular lo referido a las falsas promesas de “colocación laboral”, o
sea, trabajo seguro para quienes pagan su cuota sin atrasarse todos los meses,
y de inmediato recuerda cuánto le
insistió a su
hijo que se dejara de joder con Diseño de
imagen y sonido en la UBA, que se metiera en la de Palermo o en la UCA en
alguna de esas profesiones más
tradicionales donde te aseguran el natural desembarco en un buen ámbito de trabajo donde hacer
carrera. Se jura no volver a abrir la boca.
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