Los decanos de varias
facultades (con aval del rectorado) están impulsando la toma de exámenes
virtuales en distintas carreras de nuestra universidad.
Este impulso no obedece
a un criterio pedagógico (como lo prueban los propios documentos que publicó la
Secretaría Académica de la UNT (Universidad Nacional de Tucumán) a comienzos de
la cuarentena que aconsejaba no avanzar en procesos de evaluación en esta
coyuntura), ni a un reclamo de los estudiantes (que han venido focalizando sus
planteos en las dificultades para desarrollar los cursados virtuales, en
condiciones de precariedad).
Mucho menos obedece un
reclamo de la docencia. Desde ADIUNT (Asociación
de los Docentes e Investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán)
hemos manifestado nuestra posición fuertemente crítica al respecto, producto de
oír los reclamos de las y los docentes en todas las reuniones por facultad y
asambleas generales realizadas durante este tiempo.
La presión por tomar
exámenes apunta a disimular el enorme fracaso que ha ocasionado la virtualidad
tal como se la ha implementado, sin ninguna inversión real que garantice a
estudiantes y docentes las condiciones mínimas para desarrollar procesos de
enseñanza y aprendizaje. Entendemos a la modalidad virtual como transitoria y
voluntaria, nos oponemos a su carácter forzoso. Sabemos de cientos de cátedras
para las que es imposible reemplazar la presencialidad.
El resultado salta a la
vista: decenas de miles de estudiantes fuera de los cursados desde el comienzo
de la cuarentena y cientos de deserciones diarias en todas las carreras de la
UNT.
La apuesta por revertir
este proceso por medio de exámenes virtuales es un espejismo.
Los exámenes, que
supuestamente ayudarían a que los estudiantes avancen en sus carreras, solo van
a servir para que avance aún más la desigualdad y se amplíe la brecha entre
quienes pueden participar y quienes no pueden hacerlo. Sobre todo porque no hay
ninguna garantía de confiabilidad, ni de acreditación ni de validez, ni tampoco
de equidad, en las propuestas de evaluación que han aprobado algunos Consejos
Directivos. Es importante recordar que NINGÚN/A DOCENTE ESTÁ OBLIGADO/A A
EVALUAR VIRTUALMENTE.
Las autoridades
deberían estar preocupadas por tomar medidas en serio para garantizar los
recursos y la conectividad a estudiantes y docentes. Se consuelan, en cambio,
con ofrecer una pequeña y vergonzosa cantidad de becas de conectividad
insuficientes para la necesidad de nuestras/os estudiantes.
En estos 90 días, la
UNT se ha mantenido en pie gracias al esfuerzo, la solidaridad y a los aportes
de sus docentes y estudiantes. Las autoridades han sido ajenas a todo este
proceso y ahora pretenden enfrentar a los docentes con los estudiantes.
No vamos a permitirlo.
Llamamos al estudiantado de la UNT a debatir la situación y a impulsar acciones
de conjunto para garantizar nuestros derechos educativos.
Exigimos a la UNT el
inmediato tratamiento en paritaria del tema de las evaluaciones: es el único
ámbito legal para discutir cualquier modificación en las condiciones del
trabajo docente, como lo es el cambio de la modalidad de las evaluaciones.
Rechazamos el intento
de obligar a la docencia universitaria y preuniversitaria a desarrollar la toma
de exámenes mediante esta modalidad improvisada y excluyente.
Tampoco vamos a
permitir el atropello a la libertad de cátedra y a la autonomía de los equipos
docentes de cada asignatura.
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