Jugando con los
diversos géneros del discurso periodístico, a la docente se le ocurrió proponer
como ejercicio oral y escrito la confección de un trabajo que recreara, con los
tonos del agente de viajes, la descripción de algún destino -exótico pero realmente existente- para
disfrutar las vacaciones. Los alumnos debían entregar un informe y, a la vez,
desarrollar una exposición oral acompañada por láminas alusivas. Si bien
cumplió con los protocolos de la consigna al entregar el escrito y pasar al frente,
todos se sorprendieron cuando Fernández, Diego pegó con cinta scotch en el
pizarrón una ilustración grande donde podía verse a unos sonrientes personajes
volando por los aires gracias a una explosión que ocupaba el centro de la
imagen.
Mientras
arreciaban los murmullos el joven comenzó su cuento. Un rancho de la remota
población de Uvalde, en San Antonio, Texas, Estados Unidos, se ha convertido en
una asombrosa atracción turística, al contar con un parque bélico que conquista
a viajeros que quieren experimentar, en primera persona, cómo se maneja y
dispara un tanque de guerra. A pesar de que existen dos espacios más en el gran
país del norte donde se conducen moles mecánicas similares, Drive Tanks asegura
que es el único lugar en el que se puede disfrutar de la sensación de disparar
con munición y proyectiles auténticos, un salto real de adrenalina entre
explosiones y disparos.
Un
tanque estadounidense Sherman de la Segunda Guerra Mundial; un T-34 ruso,
fabricado en la década de los cuarenta; o un Leopard, icónico carro de combate
de la guerra fría, son algunos de los vehículos disponibles en el parque. Los
utiliza todo tipo de público, desde adolescentes a amas de casa, turistas,
empresas e incluso chicos, porque el parque no impone un límite de edad; son
los padres quienes lo eligen, afirma como para que se advierte que también las
cuestiones legales y morales has sido tenidas en cuenta. Tampoco se necesita
saber conducir ni tener licencia ni experiencia previa o fuerza, pues cada
artefacto tiene los soportes necesarios para facilitar el curso de la
trayectoria y los disparos.
Las
tarifas van desde 250 dólares por accionar una ametralladora hasta más de 8.000
por todo el equipo: conducir un tanque, disparar con morteros, alguna machine gun o con un lanzallamas, y si
se prefiere, aplastar un auto pasándolo por encima.
Por
las dudas de que a alguno, la docente en primer lugar, le hubiera quedado
alguna duda acerca del carácter irónico de su presentación, el estudiante
concluyó: “Luce por demás evidente la explicación de porqué cada tanto aparece
un loco yanqui que se dedica a masacrar prolijamente a sus conciudadanos. De
modo de que si quieren participar de la matanza, quedan anoticiados”.
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