(Por Cecilia Rovito. RED ECO)- El miércoles pasado La Plata
recibió a 50 mil maestros, en una movilización que, a muchos, recordó las
históricas marchas de 1988. Ya desde la semana pasada los docentes
autoconvocados de más de una decena de distritos de la provincia de Buenos
Aires venían movilizándose, lo que ha sido la cualidad que distingue este
conflicto del de años anteriores. Las palabras de funcionarios de los gabinetes
nacional y provincial no hacen más que avivar una bronca acumulada por el
abandono del salario y de las condiciones de trabajo que los docentes
bonaerenses arrastran hace años.
50 mil docentes se
movilizaron este miércoles por las calles del centro platense hasta la
gobernación bonaerense.
Este conflicto puso
sobre el tapete el corrimiento de las más importantes dirigencias sindicales
(Feb, Suteba, Uda) de las necesidades docentes que van más allá de la cuestión
salarial. Las autoconvocatorias de miles de docentes que salieron a la calle rompiendo
el quietismo (“paro dominguero”) con que las entidades sindicales iniciaron las
negociaciones paritarias a nivel provincial, los dejó descolocados.
Docentes de Mar del
Plata, Almirante Brown, Malvinas Argentinas, Avellaneda, San Martín, Lanús,
Lomas de Zamora, entre otros distritos, salieron desde la semana pasada a la
calle con los guardapolvos blancos y con coloridas pancartas que denuncian las
problemáticas de infraestructura escolar, condiciones de trabajo, mal
funcionamiento de la obra social IOMA, falta de construcción de jardines y
escuelas primarias, el rechazo a los subsidios públicos a la educación privada;
problemáticas que van más allá del tema salario y que evidencian años de
desentendimiento del estado de la educación pública. Las maestras y maestros
denuncian techos que se llueven, baños rotos, aulas sin puertas ni ventanas,
aulas superpobladas, falta de construcción de salas de jardines de cuatro años,
sobrecarga horaria, prestaciones, análisis, sin cobertura, médicos y farmacias
que ya no atienden por IOMA ante la falta de pagos, etc.
El tema del salario
docente profundiza esta precarización laboral de una manera grosera: el sueldo
básico de un trabajador de la educación bonaerense es inferior a los 1800 pesos
y el salario mínimo es de 3600. Esto implica que, además de un impresionante
desfasaje salarial tras la devaluación y el alza de los precios, la mitad del
sueldo es una suma en negro. El trabajador de la educación es doblemente
precarizado: por el bajo monto del básico y por el alto componente en negro.
Un docente que recién
se inicia y trabaja un cargo tiene 120 pesos por día para vivir y por lo tanto
debe tomar dos cargos, y aún así no llega al sueldo inicial de un policía de la
bonaerense, que es hoy de 8500 pesos; sin contar, además, que por estudiar en
una “de las 16 escuelas descentralizadas de la provincia” recibe un “aporte
mensual de 3200 pesos”. Para el gobierno bonaerense es más o menos lo mismo un
maestro que educa o un joven que se prepara para ser policía. Sin contar, que
son los únicos alumnos que reciben un “aporte mensual y obra social” mientras
estudian.
Paralelamente, la
presidenta y los funcionarios nacionales y provinciales no hacen más que
utilizar cuanto micrófono tienen a mano para denostar la lucha docente. Sumado
a los “medios hegemónicos” que esta vez coinciden con el proyecto nacional y
popular en responsabilizar a los docentes por “dejar a los chicos sin clases”.
La iniciativa la tuvo Cristina Fernández en cadena nacional en la apertura de
las sesiones extraordinarias del primero de marzo, cuando por segunda vez
dedicó a los docentes un párrafo, en este caso, acusándolos de faltar sin
necesidad y justificando así la intención del gobierno nacional de implementar
otra suma en negro, el presentismo. Para la presidenta esto no es nada nuevo,
siendo su marido gobernador de la provincia de Santa Cruz instaló el
presentismo como suma disciplinadora de los trabajadores, que en 2007 por la
lucha de los docentes de esa provincia debieron sacarla. Continúan en esta
sintonía argumentativa los funcionarios provinciales que hablan de la
intransigencia docente y de que la mayoría está muy bien pago, percibiendo
entre veinte y cuarenta mil pesos mensuales. La provocación oficial en medio de
este conflicto no hace más que insuflar una bronca que se manifiesta en las
calles, en los cientos de asambleas y volanteadas que protagonizan los
maestros.
Asimismo, surgió en
asambleas y manifestaciones el rechazo a los subsidios públicos a la educación
privada, instituciones que iniciaron normalmente las clases. Paralelamente a la
precarización educativa de la escuela pública, la matrícula de la educación
privada creció apelando a la consigna de la no suspensión de las clases, no
solo por medidas de fuerza docente sino también por cuestiones edilicias. Si
bien la precarización del docente de escuela privada es generalmente mayor, ya
que muchas veces percibe el pago de su sueldo en cuotas, recibe las presiones
de los directivos, debe disponer de horas extras para la atención de padres,
actividades escolares, salidas recreativas, completar una mayor cantidad de
papelerío, por temor al despido no acompaña las medidas de fuerza de los
docentes del sector público. A diferencia de la educación pública, la
designación del docente de la privada es a dedo, es decir, por decisión de los
directivos de la escuela. Tanto el ingreso como la salida.
No solo la paritaria
docente es paradigma para el resto de las negociaciones salariales, sino que
les cabe a los maestros bonaerenses por su ubicación geográfica y por la
cantidad, un escenario de visibilidad social que no poseen los docentes del
resto del país. Sostener la movilización y el paro, cuando el gobierno amenaza
con los descuentos, son los grandes desafíos de esta semana.
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