Finalmente
la larga caminata de los docentes de la Puna llegó a su fin. En
medio de la algarabía y las pancartas que sacudia el viento los
recibieron con botellas de agua, galletitas y facturas cargadas de
azúcar, como si se tratara de maratonistas callejeros que necesitan
reponer energía.
Se
sumaron ellos mismos antes de salir y la cifra dio casi ochenta; o
sea que se trata de setenta y pico de maestros que todos los días
dan sus clases en la extremo norte de la Argentina, allá en la puna
salteña, pero que en esta ocasión, por primera vez en sus vidas, se
convirtieron en noticia pues decidieron abandonar las aulas y hacer
muchas leguas a pie como medida de protesta y propaganda, hasta
llegar caminando a la Catedral Basílica para sumarse a sus miles de
compañeros que allí acampan y reclaman un aumento salarial. Cinco
mil quinientos pesos de básico.
Son
procedentes de San Antonio de Los Cobres y de parejas de la zona
recorrieron más de 150 kilómetros a pie para llegar a la ciudad de
Salta, epicentro de la protesta de los maestros autoconvocados y en
asamblea.
“A
pata”, dice una mujer, de guardapolvo alguna vez blanco y rostro
enrojecido pero que no ha perdido la sonrisa, mientras se señala las
zapatillas llenas de polvo cuando observa que una cámara del
noticiero televisivo local la está filmando, “a pata y pulmón”.
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