Un grave déficit en la gestión de los comedores escolares de todo el país, donde cada día se alimentan 4,5 millones de alumnos, fue revelado ayer por un crítico informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). Entre otras irregularidades, los investigadores detectaron que los comedores, en gran parte de la Argentina, son gestionados por personal sin formación específica y, a menudo, es el director de la escuela quien compra los alimentos y los traslada en su propio auto.
En un contexto en el que el 40% de los niños sufre sobrepeso por mala alimentación, del informe se deduce que comer todos los días no garantiza una alimentación de calidad. Durante la investigación, los técnicos del Cippec registraron casos de intoxicación por alimentos en mal estado y constataron falta de inversión adecuada y de transparencia en la gestión de fondos por parte de las administraciones provinciales.
Por eso, dijo Cecilia Veleda, una de las investigadoras del Programa de Educación de ese organismo, no pudieron acceder fehacientemente a un inversión por ración promedio a nivel nacional.
De acuerdo con afirmaciones de algunos funcionarios que sí les dieron a conocer las inversiones y a declaraciones periodísticas de otros, el informe del Cippec estima que se invierten entre $ 1,98 y $ 22 por almuerzo y de $ 1,20 a $ 3 por el desayuno cuando la Escuela de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires, en noviembre último, dijo que el costo de una alimentación saludable era de $ 9,5 para un almuerzo y $ 5 para un desayuno.
"Tampoco el valor de la Escuela de Nutrición debería ser considerado definitivo porque fue estimado para la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. En las jurisdicciones del Sur, por ejemplo, ese valor debe ser mayor", indicó Veleda, para quien la inversión en el servicio alimentario escolar es "insuficiente, poco transparente y fluctuante" y "no siempre está garantizado".
El estudio, realizado junto con la Fundación Danone y la empresa Knorr, registra también que muy pocas provincias tienen personal rentado para este servicio. Los cocineros, que deben preparar comidas nutritivas y sabrosas con presupuestos escasos, suelen ser miembros de la cooperadora o voluntarios sin preparación específica.
De ahí que la Federación Argentina de Graduados de Nutrición sugiere incorporar un licenciado en nutrición cada 25-30 escuelas urbanas y cada 15 escuelas rurales. Además, en la mayoría de los casos la atención de los chicos está a cargo de docentes que no reciben salario adicional ni una ración de comida, dice el informe "Comer en la escuela: nueve acciones para mejorar la gestión de los comedores escolares".
Veleda añadió que la intención del estudio fue identificar buenas prácticas que puedan ser imitadas. Es el caso de Santa Fe y Mendoza. "Santa Fe tiene un ecónomo escolar a cargo de compra de insumos y rendición de gastos, y Mendoza tiene cocineros para la preparación de las comidas y asegura capacitaciones permanentes", agregó.
Se determinó que el modelo de gestión del comedor que descansa sobre los hombros de directivos, docentes y padres es el más generalizado. En nueve de las 19 jurisdicciones analizadas la compra y distribución de insumos es responsabilidad de la comunidad educativa. "Este modelo disminuye el tiempo que los directores dedican a las tareas pedagógicas y propicia las desigualdades entre las escuelas", advierte el documento.
En cinco provincias la administración del gobierno licita y controla el servicio, que queda en manos de empresas según diversos esquemas de tercerización.
Para optimizar los precios y garantizar la calidad de los insumos los investigadores sugieren difundir un modelo de gestión municipal como implementan Buenos Aires y Río Negro. Propician el modelo mixto que aplican otras tres provincias, donde la compra y distribución de los insumos recaen sobre las escuelas o sobre la administración central, a través de empresas, según los contextos u otras variables.
Se registró también que en los últimos 15 años hubo una ampliación del servicio escolar del desayuno, que hoy cubre un 60% de los alumnos de establecimientos públicos. "Esto es una evolución positiva si se considera que en la Argentina la mayoría de las familias, independientemente de su situación económica, ha perdido el hábito del desayuno cuando en realidad es fundamental. El servicio alimentario aporta elementos nutricionales y la educación en este ámbito de las nuevas generaciones", planteó Veleda. La investigadora recordó que con la generalización de la jornada escolar extendida, que establece la ley de educación y no se cumple según lo planificado, "el comedor será incorporado como parte de la oferta pedagógica".
Los comedores escolares se multiplicaron en la década del 80, cuando comenzaron los primeros signos socioeconómicos del quiebre que sufrió la economía argentina a mitad de los 70. De ahí que se vinculan con el fenómeno de la pobreza. Pero, según Veleda, "hay que ir a una concepción del servicio alimentario no tan centrado en déficit de la pobreza, sino en la función pedagógica en lo relativo a lo nutricional", que integre a una mejor calidad de vida buenos hábitos alimentarios y de actividad física.
En el momento epidemiológico-nutricional de la Argentina (ver aparte) "la cuestión de los comedores escolares adquiere una relevancia estratégica", dijo Sergio Britos, nutricionista y director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía en la Alimentación (Cepea).
Leer completo el artículo de Silvia Premat aquí.
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