Mientras tanto, videos de muchas ciudades iraníes confirman que las tiendas cerraron y muchos trabajadores se declararon en huelga durante al menos un día en la mayoría de las plantas de producción más grandes del país. Los manifestantes aprovecharon el anochecer para protestar y gritar consignas, aunque en algunas ciudades, incluida Teherán, el primer frío de la temporada redujo el número de personas.
El 3 de diciembre, se le preguntó al fiscal general Mohammad Jafar Montazeri: “¿Por qué se ha disuelto la Gasht-e Ershad?” La Gasht-e Ershad (literalmente 'Patrulla de orientación') es la llamada 'policía de la moralidad'. Montazeri eludió la pregunta al afirmar que esta no tenía “nada que ver con el poder judicial”, y que estaba “asignada a otra institución en el pasado”. Pero, por supuesto, “el poder judicial seguirá vigilando el comportamiento de todo el mundo en la comunidad”.
La declaración se produjo en un momento en que se habla de 'despenalizar' el 'hiyab pobre' (el hecho de que las mujeres no se cubran todo el pelo) y sustituirlo por un sistema de sanciones, basado en CCTV y sistemas de reconocimiento facial que impondrían multas inmediatas.
Todo esto fue seguido por informes contradictorios sobre si había planes reales para desmantelar la "Patrulla de Orientación". Es cierto que durante las últimas semanas de protestas masivas en todo el país no hemos visto mucho a la "Patrulla de Orientación", pero podría deberse a que las fuerzas policiales de la República Islámica de Irán han usado toda su capacidad represiva para hacer frente a esta muestra de oposición sin precedentes. Eso, o podría ser que a esta controvertida sección de la policía religiosa se le haya dicho que se mantenga alejada para evitar más enfrentamientos, dado su papel en la detención de Mahsa Amini, cuya muerte provocó la actual explosión de protestas.
Pero si alguien pensó que esto era una señal de que el régimen retrocedía ante las protestas masivas, ahora es evidente que no es así. El jefe del poder judicial de Irán, Gholam Hossein Mohseni-Eje'i, anunció que un número no especificado de manifestantes había sido condenado a muerte. Han sido acusados de “corrupción en la tierra” y de “hacer la guerra a dios”.
Por un lado, dada la gravedad de las crisis y el descontento masivo, las autoridades han venido llamando “matones” a los manifestantes, que serían agentes de potencias extranjeras y actuan en “turbas”. Por otro lado, la información filtrada deja en claro que existe un debate considerable sobre cómo responder. Aparentemente, el líder supremo de Irán, Ali Khamenei, ha estado interviniendo en estos debates a todos los niveles.
La semana pasada, tras un ataque cibernético a Fars News, el brazo de propaganda de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC), un grupo llamado Black Reward logró copiar datos y posteriormente los publicó. Irán acusa al Mossad israelí de ser responsable. Entre los videos mostrados por el grupo hay imágenes de las pésimas condiciones existentes en las prisiones del país y Black Reward también ha publicado una serie de documentos oficiales secretos. Algunos de estos muestran la ineficiencia, la corrupción y las luchas de poder al más alto nivel. Claramente en estos círculos todos admiran al 'emperador' (es decir, al líder supremo), pero nadie admite que la crisis que se desarrolla ante sus propios ojos podrían terminar desafiando el gobierno del ayatolá.
Según estos documentos filtrados, un boletín especial preparado por expertos en medios para el comandante en jefe del IRGC, Hossein Salami, señala que la organización paramilitar Basij es demasiado débil para detener las protestas. De hecho, al menos 115 militares han sido arrestados acusados de participar en el movimiento de protesta en curso.
Los documentos filtrados citan a "expertos" diciendo que existe "una cantidad considerable de dudas e incertidumbre entre las fuerzas revolucionarias" (refiriéndose a las propias fuerzas del régimen, por supuesto). Además, los funcionarios de Fars señalaron que el movimiento de protesta “considera que el mayor logro de los disturbios recientes es la pérdida del miedo. Los manifestantes ya no tienen miedo de las fuerzas militares y policiales”.
Otros documentos revelan que los funcionarios iraníes también han expresado su preocupación por la desorganización del gobierno del presidente Ebrahim Raisi a la hora de lidiar con las protestas. Se recoge que el presidente del parlamento, Mohammad Baqer Qalibaf, le dijo a Khamenei que “el gobierno no tiene un plan ni un objetivo y no puede tomar una decisión. Están confundidos”. Parece que el líder supremo coincidió en que al gobierno le faltaba un plan y era lento.
Los periódicos afirman que Khamenei también expresó su oposición a que un gran número de manifestantes fueran acusados de “hacer la guerra a dios”, y señaló que el sistema de justicia había dejado de emitir tales acusaciones después de una orden que emitió.
Las filtraciones demuestran las evidentes contradicciones entre varias declaraciones oficiales y la realidad, aunque no hay nada nuevo en esto. En un boletín publicado en junio, sobre las protestas contra el alza de precios, se afirmaba que la oposición quería “matar” a los funcionarios del gobierno. Sin embargo, según el último expediente, tres de las cuatro personas muertas fueron baleadas por el IRGC. Durante esas protestas, los métodos de represión del IRGC fueron tan duros que “estalló un conflicto muy intenso entre el gobernador… y el comandante del IRGC, que terminó en una pelea a gritos presenciada por la multitud”.
Los boletines de Fars tienen una sección especial sobre “rumores” relacionados con el líder de la República Islámica, que muestran cómo interfiere incluso en asuntos menores. Esto fue evidente en las últimas semanas cuando Khamenei ordenó a las fuerzas de seguridad que no arrestaran a un líder local por disentir sobre la línea oficial, sino que trataran de “deshonrarlo”.
Leer la nota completa de Yassamina Mather aquí.
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