Después de un marzo eterno, las y los docentes de la ciudad abrimos expectantes nuestras cuentas bancarias a ver si con la primera cuota de la paritaria podíamos tener un respiro.
El resultado es bastante desolador. El aumento recibido de entre el 16% y el 16,5% según el cargo y la antigüedad apenas si llega a empatar a la inflación de los primeros 3 meses del año. Aún no se conoce el dato de marzo, pero nadie duda que va a estar bastante por encima del 5%. Esto significa que la inflación del primer trimestre va a estar al menos en un 15%. Claro que los alimentos y los productos de primera necesidad aumentan muy por encima de ese número.
En este cuadro, la canasta básica que la dirección de estadísticas de la ciudad midió en $85.259 en febrero, va a estar seguro arriba de $90.000 en marzo. Pero una maestra jornada simple con 10 años de antigüedad acaba de cobrar $64.268.
Los sueldos de pobreza hacen cada vez más extendida la necesidad de trabajar más de 40 horas, lo cual tampoco garantiza una mejora salarial por los topes que tiene la mayoría de los ítems que conforman nuestro salario. De más está decir que esto anula cualquier posibilidad real de capacitación que tanto dice defender la ministra Acuña.
Según lo que acordó el gobierno con las burocracias sindicales, la próxima cuota, con el sueldo de julio, la cobraríamos en ¡agosto! Quedan por delante 4 largos meses con el sueldo congelado y una inflación que se dispara. La clausula de revisión en septiembre es casi una burla.
Ademys (Asociación Docente de Enseñanza Media y Superior) fue el único sindicato que no firmó esta paritaria de pobreza y con esa autoridad llamamos a toda la docencia a impulsar la deliberación en las escuelas y la lucha por el salario.
Vamos por la reapertura de paritarias, por un salario igual a la canasta familiar por un cargo, la incorporación al básico de todas los ítems y la indexación mensual por inflación.
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