La desigualdad
estructural, profundizada por nuevas privaciones durante el gobierno de
Cambiemos, sumado a los efectos devastadores de la pandemia constituyen el
marco que no se ve (o no se quiere ver) de este hecho lamentable. Quienes
buscaban, entre los charcos y la desolación, un espacio mínimo para vivir y
pensar un futuro, hoy están más lejos del derecho a la vivienda que antes de la
decisión judicial de barrerlxs del lugar para después olvidarlos, como seres
ajenos al concepto de justicia en nombre de la cual se los expulsó.
Las tensiones
políticas, los intereses sociales en pugna, el descalabro económico de los años
recientes agudizado por la pandemia del Covid-19 -que además sigue siendo un
mal sin vacuna- marcan el paso de este momento político. La represión no dará
soluciones, sino, profundizará los conflictos. Cuatro mil efectivos armados con
balas de goma, irrumpiendo en la casi nocturnidad, persiguiendo a lxs
desplazadxs por cuadras y cuadras no apuntalan la inclusión, el cuidado, ni
consolidan la democracia y el respeto. La reforma del sistema judicial resulta
más imperiosa que nunca, el resguardo de la igualdad de derechos, también.
Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, viernes 30 de octubre de 2020
Observatorio
Universitario de la Violencia Institucional-Filo:UBA
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