(Por Cristiane Sampaio, Brasil de Fato, San Pablo, miércoles 11 de septiembre de 2019)- El
programa del gobierno federal que incentiva la creación de escuelas
cívico-militares en estados y municipios, lanzado el jueves último (5), provocó
reacciones de trabajadores, parlamentarios y especialistas en educación.
Anunciado por el presidente Jair Bolsonaro (PSL), el proyecto pretende
implantar 216 unidades con ese perfil en todo el país hasta 2023, con una media
de 54 escuelas por año.
Articulado por los
Ministerios de Educación (MEC) y de Defensa, el programa prevé que militares de
reserva de las Fuerzas Armadas trabajen en escuelas públicas de enseñanza
regular en las fases del Enseñanza Fundamental II y Enseñanza Media. Respecto a
los profesores civiles, el gobierno afirma que el objetivo del programa es
mantenerlos como responsables por la parte didáctica – toda la gestión de las
unidades quedaría al cuidado de militares.
“No queremos que esa
muchachada crezca y, en el futuro, sean dependientes hasta morir de programas
sociales del gobierno”, dijo Bolsonaro a la prensa durante el lanzamiento del
proyecto. El gobierno recibió críticas de instituciones como la Confederación
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
“Quien emite una
opinión de esas no se preocupa y no tiene compromiso con comprender lo que es
la demanda de educación en un país que hace 519 años que niega sistemáticamente
el derecho a la educación a la mayoría de la población. Es alguien que no
conoce la historia de la educación en Brasil”, critica Gilmar Soares,
secretario de Asuntos Educativos de la entidad.
Además de miembros de
las Fuerzas Armadas, el programa permite que estados y municipios trasladen
bomberos y policías para actuar en la organización de las instituciones y
auxiliar en la parte de “disciplina” en las unidades educativas. Ese es otro
aspecto que incendia los debates en torno al tema.
“La existencia de
disciplina en la escuela viene de que el propio Estado garantice las
condiciones para que el proyecto educacional sea desarrollado por los sujetos
dentro de la escuela. Es eso lo que señalan el Plan Nacional de Educación, la
LDB [Ley de Directrices y Bases de la Educación Nacional], con las condiciones
necesarias para que sea desarrollada la actividad educacional -profesionales
efectivos, bien formados, bien pagados, condiciones de infraestructura
adecuadas, etc. Hasta hoy la población reclama eso, pero los gobiernos y la
propia condición de Estado que tenemos hoy lo niegan”, contrapone Soares. “No
es la transformación en escuelas cívico-militares que va a resolver el problema.”
Durante el lanzamiento
del programa, el secretario de Educación Básica del MEC, Janio Carlos Endo
Macedo, dijo que estos serán responsables por la “gestión comportamental” del
espacio. El programa actuará en tres ejes: educacional, didáctico-pedagógico y
administrativo. Juntos, ellos engloban actividades de supervisión,
psicopedagogía, organización y fortalecimiento de valores “humanos, éticos y
morales”.
La iniciativa de
expansión de escuelas militares tiene como escenario un avance conservador en
el país, marcado, por ejemplo, por la proximidad entre el jefe del Ejecutivo y
las Fuerzas Armadas. Bolsonaro es conocido por sus constantes referencias
elogiosas a la doctrina militar y a la tortura. También es defensor del
Proyecto de Ley (PL) Escuela sin Partido, que encuentra suelo fértil en
ambientes más conservadores y preocupa a los especialistas del área educativa.
Para el diputado
distrital Fábio Felix (Psol), que acompaña el tema de las escuelas
cívico-militares en el Distrito Federal (DF), donde unidades de ese modelo ya
son una realidad desde el inicio del año, el gobierno Bolsonaro estaría
intentando, con el nuevo programa, agudizar la disputa ideológica en torno de
la educación, área que viene siendo objetivo de diferentes iniciativas
conservadoras.
“Es una intervención
absolutamente equivocada en la educación brasileña, porque el la utiliza de
forma bien ideológica, para intentar imponer y enraizar el discurso de la
extrema derecha en Brasil. Creo que tiene un poco ese significado. Él quiere
imponer un modelo de educación para hacer una especie de guerra ideológica”,
analiza el parlamentario.
En unidades que siguen
el modelo, la rigidez de las normas internas es uno de los puntos considerados
críticos del sistema de enseñanza y convivencia. Los estudiantes acostumbran a
ser sometidos a las reglas que limitan, por ejemplo, el corte de cabello.
También es común el hábito de cantar el himno nacional bajo la orientación de
un militar.
Debido a esas y otras
prácticas militares, el proyecto del gobierno despierta preocupación
principalmente entre educadores que conocieron de cerca la actuación militar en
las escuelas en la época de la dictadura, como es el caso del profesor Robson
Eleutério. El cree que la presencia militar en las unidades tiene un riesgo
simbólico y tiende a comprometer la formación de los estudiantes.
“No va a tener ninguna
mejoría en la parte del tema más importante, que es la construcción de
conocimiento porque, aparentemente, intentan mantener un orden que no puede ser
reproducido en la construcción del conocimiento del alumno. El estudiante se
puede sentir reprimido en algunas áreas, como historia, artes y literatura, en
algunas situaciones, pudiendo pasar a tener una visión cerrada, retrógrada y no
tener condiciones de acompañar la sociedad actual de forma que entienda
plenamente sus contextos”, evalúa.
De acuerdo con el
gobierno, los estados y municipios que quisieran adherir al modelo deberán
hacer un pedido formal al gobierno federal hasta el día 27 de este mes para
indicar dos unidades que pueden recibir el proyecto piloto a partir de 2020.
Según el MEC, los estados y municipios tendrán que hacer consulta pública sobre
la adhesión. A pesar de eso, el presidente Bolsonaro afirmó, durante el
lanzamiento, varias veces, que el modelo podrá ser impuesto.
“Tenemos aquí la
presencia física de nuestro gobernador del DF, Ibaneis. Felicitaciones,
gobernador, por esa propuesta. Vi que en algunos barrios hubo votación y no
aceptaron. Me disculpa, no tienen que aceptar, no. Hay que imponer”, dijo el
jefe del Ejecutivo a su aliado en uno de los momentos en que mencionó la
cuestión.
Un proyecto piloto
lanzado por Ibaneis Rocha (MDB) a comienzos del año inauguró, en cuatro
escuelas del DF, un modelo de gestión compartida con la Policía Militar (PM).
La idea es expandir el número a 36 unidades, dependiendo de los resultados.
La medida encuentra
resistencia entre padres, alumnos, profesores y servidores de las
instituciones. El día 17 último, en una votación, tres unidades aprobaron el
proyecto y dos lo rechazaron. Con eso, el gobierno desistió temporalmente de
esos locales, pero gestores del DF han afirmado que la consulta tiende a ser
repetida.
La votación involucra a
estudiantes, padres, profesores y funcionarios. En la unidad Gisno da Asa
Norte, una de las instituciones donde hubo rechazo, el rechazo fue de 73%. En
entrevista con Brasil de Fato, el director, Isley Marth, subraya que la red
educacional del DF sigue una norma legislativa según la cual diferentes
acciones educacionales necesitan pasar por el filtro de la comunidad escolar
antes de ser implementadas.
“La comunidad escolar
es que da la puntuación del respirar de una escuela. La comunidad tiene
autonomía, tiene el derecho de escoger.
Brasil es así. Nosotros no tenemos que trabajar con imposición”,
defiende.
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