El hecho ya ha pasado a formar parte del frondoso
anecdotario popular de la zona, no en el área de los mitos y las leyendas
fabulosas sino en de las sorpresas que suela ofrecer la más simple de las vidas
de los habitantes de la comarca. Ocurrió en Coronel Cornejo, provincia de
Salta, y sus testigos son los papás que llevan a sus hijos al jardín de
infantes de la Escuela Nº 4826, Misión Villa Sagrada.
Se encuentra a unos diez kilómetros al oeste de la segunda
cuenca de gas de mayor producción de la República Argentina, y frente al pueblo
hay miles de hectáreas con porotos de soja; pero a la riqueza, como anuncian
alguna teorías económicas, por allí nunca se le dio por el derrame.
Lo cierto es que el día en que abría el calendario escolar
y los padres se apersonaron, como es costumbre, a verificar bien los horarios y
las cosas que debían cargar en la mochilas de sus chicos, se encontraron con
que en primer lugar los alumnos, por la falta de mobiliario escolar, debían
cumplir la directiva de traer desde sus casas las sillas para sentarse durante
el período de clases.
En Cornejo hay una delegación de la Municipalidad de
General Mosconi, de la cual depende, pero nunca brinda soluciones efectivas,
explicó la directora a quienes le pidieron explicaciones del inusual simulacro
de mudanza cotidiana; y del ministerio provincial, agregó, “todavía no hay respuesta”.
“No
se preocupen”, trató de alivianar los ánimos una maestra sonriente, “que las
sillitas después se las devolvemos, ¿no?”
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