Según el periódico Haaretz, desde el interior mismo del gabinete de Netanyahu se pidió la cabeza del ministro de Finanzas de Israel, Steinitz, quien antes había acusado a los "acampantes" de ‘anarquistas' y ‘comunistas', soliviantando todavía más los espíitus de los jóvenes manifestantes que lireralmente ocuparon Tel Aviv. De inmediato el gobierno decidió tirar un hueso: un plan, a la manera del pergeñado por el presidente chileno Piñera, que contempla entre otros puntos descuentos en el transporte aunque sólo para los estudiantes. Los jóvenes le contestaron a los gritos que no; "no estamos de oferta -dijeron voceros de su sindicato nacional- ni vamos a aceptar la división del pueblo. Vamos a continuar la pelea, somos parte también de una lucha social por viviendas accesibles, para todos…".
Milagro de la globalización, ¿cómo pueden parecerse tanto los "indignados" israelíes a sus pares de España y Grecia, y a los estudiantes en huelga de hambre en Santiago de Chile y los sin tierra de Jujuy?
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