Como los estudiantes comentaron impactados las imágenes que habían visto en sus televisores sobre la revuelta social, los enfrentamientos e incendios en la ciudad de Londres dedicó parte del fin de semana a buscar algún material más o menos atractivo y accesible sobre el tema. “Cada tanto hay que cortarla con los próceres”, se dijo el profesor de Historia y a poco andar encontró un jugoso e informativo reportaje a Benjamin Zephaniah, una de las voces más importantes de la comunidad afrocaribeña británica, poeta dub y escritor rastafari, testigo presencial y privilegiado del levantamiento de los jóvenes pobres de Inglaterra y que sin duda despertaría -calculó- la simpatía de sus alumnos.
El periodista afirma y pregunta: “No vimos tal explosión de violencia en el Reino Unido desde los años 1980. ¿Qué es lo que hizo saltar el polvorín?”. Y el intelectual rebelde le responde que la cuestión “está mal planteada. Desde el 1998, contamos 333 muertos causados por la policía. (…) La violencia siempre fue importante en Gran Bretaña, pero la exportamos, fuimos violentos afuera de nuestras fronteras. En Irak, en Afganistán, en Libia. Vendimos la violencia (bajo la forma de armas) en Indonesia, Libia, Bahréin, Jordania, Israel, en Sri Lanka y muchos otros países. (…) Vivimos en una sociedad violenta (…) . La violencia jamás nos dejó. Ahora volvió a la casa”.
El docente selecciona unas pocas frases más, como para que ocupen a lo sumo las dos caras de una fotocopia, mientras advierte satisfecho que tiene material de sobra para plantear la clase de mañana.
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