Hace poco más de una década el Mariano Acosta inauguró el resultado de una obra: una serie de aulas nuevas. El hecho fue saludado con bombos y platillos mediáticos, y ensalzado como una muestra evidente de cuánto los gobiernos se preocupan por la educación patria. Ahora nos enteramos de que aquella construcción que levantó entre otras cosas una bóveda sobre la galería de entrada a las aulas está mal hecha, carece de los debidos refuerzos estructurales.
Dado que una lluvia de ladrillos amenaza agazapada y apenas contenida por el precario cielo raso han debido clausurarse cinco de aquellas aulas para evitar la catástrofe. Las clausura la misma cuadrilla que ha quedado a la espera de que la administración porteña habilite el presupuesto para financiar la consecución de la obra que se suponía completa, el resto se dedica a barrer los escombros y el polvo que se mezcla con el de las tizas en estos primeros días de clase.
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