En
el llamado Lote Bermejo, en el norte de la Argentina, en la provincia de
Tucumán, funcionaba una escuela para los hijos de los trabajadores azucareros
que acaba de ser cerrada. ¿Por qué? Se trata de una medida impulsada por el ingenio Ledesma como
represalia y advertencia por si se les ocurre encolumnarse para exigir que don
Carlos Blaquier vaya a la cárcel.
El
apriete en Ledesma para amedrentar y sofocar los ánimos de justicia de los
zafreros pasa por la amenaza de despidos. La empresa ha incorporado nueva
tecnología y suprimió en consecuencia el trabajo de miles de obreros
temporales; claro, no se les ocurrió la posibilidad de reducir la jornada
laboral. Es así que ahora, en el Lote Bermejo, no se utilizan “estacionales”;
con ellos desapareció el colegio. Para el año que viene se espera lo mismo para
el Lote Libertad.
El
contexto es la acción del juez Fernando Poviña, quien ha procesado a Carlos
Blaquier y al ex administrador general de Ledesma, Alberto Lemos, por
“privación ilegítima de la libertad agravada” por los sucesos de la última
dictadura militar en Libertador General San Martín. El procesamiento involucra
dos causas: la primera, por el secuestro de tres dirigentes (entre ellos el ex
intendente de Libertador, Luis Aredez); el segundo, por las 26 personas fueron
secuestradas en la llamada “Noche del Apagón”, entre el 20 y el 27 de julio de
1976.
Es
el primer procesamiento en el nivel nacional que establece la responsabilidad
de un sector civil por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura
militar. De inmediato, se
disparó un amplio operativo político-empresarial por la impunidad, sólo así se
explica que, aunque procesados a partir de pruebas infinitas, sigan en libertad.
El
contraataque de los Ledesma alcanza a todos los medios de la zona, que presentan
a Blaquier como una suerte de “preso político”, se despliega en medio del
silencio cómplice de los políticos y dirigentes nacionales, provinciales y
municipales de los partidos políticos tradicionales. Parece que todos recuerdan con temor
el poema que Blaquier le dedicó a la presidenta y la conocida foto en que el
gran patrón posa sonriente junto al ministro Julio De Vido y Cristina Fernández
de Kirchner mientras anunciaban el crecimiento imparable de la industria
vernácula, su capacidad de desarrollo y de exportación, biocombustibles con
subsidio estatal mediante.. Porque los Blaquier, vale recordarlo, son la
quintaesencia de la burguesía nacional.
Por
todo eso, la pequeña escuela para los hijos de los trabajadores azucareros del
Lote Bermejo dejó de existir.
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