Su forma original es milenaria y viene
rebotando de baño público en baño público desde los orígenes mismos de la
cultura occidental. Una tradición que fue rubricada por la revista Barcelona que seleccionó la frase en
cuestión para intitular su diccionario de barbarismos: Puto el que lee.
Pero ocurre que ayer nomás, a un costado
de los mingitorios en la planta baja de la sede Ramos Mejía del Ciclo Básico
Común, nos topamos con una revisión sorprendente de la conclusiva sentencia que
inmortalizamos en la imagen que acompaña.
Un verdadero acto de valentía, un salto cualitativo. Parece
que así como algunos salen del closet, otros prefieren brincar desde el
retrete.
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