Desde el año pasado, se hizo evidente el recrudecimiento de la violencia en muchos barrios del sur del la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Buena parte de las víctimas son estudiantes y ex estudiantes de nuestras escuelas o personas muy cercanas a ellos. Generalmente, esta violencia está asociada a la acción de bandas armadas emparentadas con el narcotráfico contra las que existe la sensación de que “nada se puede hacer”. En 2014, el asesinato de Ariel Villa, que recibió 22 disparos, es un ejemplo crudo de este tipo de episodios. Pericias que se demoran, investigaciones que no progresan, testigos que tienen miedo y prefieren no hablar. Como agravante, se vuelve imposible llevar adelante programas socioeducativos y recreativos en muchas zonas de estos barrios. Durante el 2014, hubo más de una decena de asesinatos de jóvenes en circunstancias similares, que, a la fecha, están impunes y prácticamente sin procesos de investigación.
El 11 de febrero de este año, Delia Herrera y Maximiliano Milessi, estudiante de la EEM N° 3 del Bajo Flores, fueron asesinados en otro hecho vinculado a bandas de narcotraficantes. El entorno más cercano a Maxi tiene razones para sospechar que la bala que le quitó la vida pudo provenir de un puesto de Gendarmería. El viernes 20 de febrero familiares, amigos y educadores de la zona se movilizaron a la Fiscalía en el barrio de Pompeya para exigir que se investigue el asesinato y que la causa sea derivada a otro juzgado ante la evidencia que ese juzgado no ha esclarecido ningún asesinato a la fecha.
El emplazamiento de puestos de Gendarmería en los barrios periféricos no sólo no ha resuelto el problema sino que, como se dijo anteriormente, podría ser responsable de la muerte de Maxi. El silencio ante los crímenes de bandas vinculadas al narcotráfico no atenuó la escalada de violencia. No podemos acostumbrarnos a que todos los años asesinen a estudiantes o ex estudiantes de nuestras escuelas. No puede transformarse en algo normal que muchos de nuestros pibes tengan víctimas de muertes violentas entre sus conocidos y amigos.
Familiares, docentes y amigos continuarán organizados para reclamar la investigación de estas muertes.
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