“El Consejo
Plurinacional Indígena y organismos de derechos humanos denunciaron que el
proyecto de Código Civil enviado al Parlamento por la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner será un retroceso enorme para los pueblos originarios
y se
contradice con toda la legislación indígena vigente. Así, los derechos ganados
en años de lucha por estas comunidades quedarán reducidos a simples inmuebles
rurales. Se exige, en consecuencia, que se respete el derecho a consulta y
advierten que ´la letra de la futura ley equipara a las comunidades indígenas
con los consorcios de edificios.”
Ése es el párrafo final
del conjunto de fotocopias que la de Educación Cívica preparó sobre el tema de
cara al próximo 12 de octubre, y ni bien la docente termina de leer en voz alta
uno de los estudiantes se larga a reír.
El resto de la clase
gira sorprendido la cabeza para mirar al alegre compañero y de inmediato él,
como para ir atajando los reproches, pregunta: “¿Qué pasa? ¿No les causa
gracia? ¿No es ridículo que se coloque el asunto en la misma categoría que los
consorcios?” “Tenés razón -interviene la profesora-, todos deberíamos reírnos,
y con ganas, porque la propuesta es más que ridícula…”
Entonces el muchacho se
distiende, aun cuando no está del todo seguro de si las palabras de la mujer
suman o no una cuota de ironía frente a sus palabras. De cualquier modo, él,
que se había juramentado nunca más ser espontáneo frente a los adultos, dadas
las consecuencias que habitualmente acarrean, se siente feliz de haber
recuperado aquella vieja costumbre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario